Summerhill era y sigue siendo esa escuela en la que construir cabañas en los árboles es tan importante como aprender fracciones. En la que puedes no ir a clase y jugar todo el día si lo deseas. Donde no hay exámenes ni evaluaciones. Donde los niños cuentan tanto como los adultos, se desarrollan libremente y son felices por encima de todo. Esa escuela puesta constantemente en duda por las instituciones y que en los últimos tiempos ha superado un complicado proceso judicial que puso en peligro su continuidad. Esa escuela que, 90 años después, sigue pareciéndonos extraordinaria.
Zoë Neill Readhead: La hija de A. S. Neill nació en 1946 en Summerhill, en uno de los dormitorios de arriba, mientras abajo apostaban si sería niño o niña. Allí pasó 16 años sin hacer ni un solo examen, y descubrió su gran pasión: los caballos. Después de una temporada en Estados Unidos y Noruega (donde visitaba al terapeuta reichiano Ola Raknes, preparándose por si algún día dirigía Summerhill), consiguió la titulación del British Horse Society para enseñar equitación en Reino Unido. Y eso hacía hasta que se casó con Tony Readhead y tuvo 4 hijos, que fueron, claro, a Summerhill.
En 1985 su madre, Ena, se jubiló y ella asumió la dirección de la escuela. Su hijo William lleva más de 10 años trabajando allí y ahora también asisten sus dos nietos.